26 abr 2014

Yuri, su perro, y la joven de hermosas tetas.


Mi agradecimiento a Julián García de la Mata, amigo en la cercana distancia,por su, como siempre, incondicional ayuda y colaboración en la cesión de su trabajo fotográfico. Trabajo fotográfico y mucho más, que podéis comprobar en su blog, http://fotografea.blogspot.com/
Gracias de nuevo, Julián.



 
Yuri pasea un perro viejo como su espíritu, mientras una joven de hermosas tetas pasa con su moto camino de alguna parte. Yuri y la chica de hermosas tetas no se conocen. Ni lo harán. Se encontrarán dentro de 20 días, en una noche cualquiera, mientras él recoge la mierda de ese maldito perro viejo que ya no le aporta nada.
Estaba agachado, en cuclillas, con la bolsa de plástico por guante y sintiendo la cálida y viscosa deposición en su mano cuando oyó un frenazo tardío. De esos que ya sabes su final. Giró su cabeza y vio como una luz atravesaba sus ojos y un grito sus oídos.
Ella, la joven de hermosas tetas, se iba tapando el escote. Había refrescado y no había más miradas que incendiar. Quién le diría, que aquel bulto en la carretera, aunque era un paso de cebra, le concedería su viejo y ya abandonado deseo. Y aunque fueran solo unos metros, ella, la joven de hermosas tetas, pudo llegar a volar. Si hubiese a un tiempo deseado saber aterrizar, tal vez el final fuese otro.
Ahora está dentro de un coche, sin haber usado la puerta. Atravesó el parabrisas abriéndose paso con su cara. No llevaba casco. Su peinado, así lo requería.
Aún tardaron un buen rato en encontrar su brazo derecho, que había sido seccionado por el marco del parabrisas y fue a parar bajo el coche inmediatamente aparcado detrás de aquel en el que aterrizó.
Del resto de su cuerpo, incluidas las hermosas tetas, solo hubo un comentario para los adentros del sanitario que los retiró. –Menudo desperdicio-.
En ello estaba pensando cuando escuchó un leve y lastimero gemido  proveniente de un perrillo viejo y sucio que le miraba como buscando misericordia. Pobre perrillo –pensó- Y alargando la mano trató de traerlo hacia si. Entonces el can, con cierto temor, inició un pequeño trote hacia el que sin duda había sido su dueño. Se acercó hacia aquella cara irreconocible. Una masa de carne deforme aplastada y estallada. Una masa de labios, dientes, nariz y ojos. O acaso aquello no era una nariz, sino parte de sus sesos. Era difícil saberlo, más que nada por estar bañado en una ingente cantidad de sangre que a estas alturas estaba coagulada como un bloque de gelatina de arándanos hecho añicos.
El perrillo olisqueaba y gemía tratando de certificar que aquel cuerpo pertenecía a su hasta entonces amo. Los intentos eran vanos. Lo que antes fue cara, ahora se asemejaba más a un montón de carne picada y pasada de fecha, visto lo cual, el perrillo inició un nuevo reconocimiento en el resto del cuerpo que yacía en el asfalto entre aquellas líneas blancas que le recordaban a aquellas otras que de forma misteriosa subían por la nariz de su amo. No podía olvidar que después de esnifar aquellas líneas blancas, su amo le llamaba, y tras unas caricias y unas palabras cariñosas, le ataba a una banqueta y le sodomizaba.
Entonces, el perrillo descendió por el cadáver olfateándolo, como queriéndose asegurar de la identidad de aquel cuerpo sin cara. Bajando por el cuello y el pecho hasta llegar a su vientre. Al llegar a su entrepierna paró de súbito y olfateó una y otra vez aquella parte concreta. Levantó la cabeza y su rabo adquirió un alegre vaivén. Después levantó su pata trasera y lo regó con una generosa meada. Luego rascó el suelo por dos veces con cada una de sus patas, y con un alegre trotar, desapareció en la oscuridad de la noche.



3 comentarios:

  1. Es que es un cuento muy duro. Pero me ha gustado esta incursión al realismo decadente de la vida, nos llevas de la mano comprendiendo de poco a poco.

    Te envío un fuerte abrazo.

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    1. Hola Albada. Siempre rauda y siempre presente. Dejándote ver y, sobretodo, dejándote sentir. No como yo, que aunque no haya dejado de seguirte, aunque lo haga con menos frecuencia, me he mantenido como una sombra en la noche. Gracias por tú fidelidad y tesón. El hecho de no publicar relatos desde hace tiempo, es porque estoy presentando algunos a concursos, y en la mayoría de ellos, no permiten que estén publicados en ningún formato ni lugar. Pero poco a poco iré subiéndolos al blog. Mi fe en los concursos se pierde como brota la sangre tras el corte de una cuchilla de afeitar.
      Un besote y gracias nuevamente.

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  2. Relato sin concesiones a la galería, de los que te encojen el estómago y te sueltan la sesera.
    Una maravilla.

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