- Cuando Juan me mira veo en sus ojos el tiempo compartido de la calma, de
la espera sosegada de un futuro por descubrir. Descubrí su mirada entre el humo
del tabaco y las luces parpadeantes, entre las vibraciones de la música y el ir
y venir de la gente danzando al ritmo que cada cuerpo interpreta de forma
diferente. Nuestros ojos se buscaban inmóviles esperando esos espacios vacíos
de los huecos de una carretera de línea discontinua.
- Cuando Manuel me mira veo en sus ojos la prontitud de un deseo ardiente
por vaciar. Una espera retenida buscando la oportunidad propicia para que el
asalto del instinto tenga éxito. Descubrí su mirada entre el humo del tabaco y
las luces parpadeantes, entre las vibraciones de la música y el ir y venir de
la gente danzando al ritmo que cada cuerpo interpreta de forma diferente. Nuestros
ojos se buscaban inmóviles esperando esos espacios vacíos de los huecos de
una carretera de línea discontinua.
- Cuando Juan me mira veo en sus ojos, recorriendo mi cuerpo, la visión de
un contacto sereno y sentido. Donde las temperaturas se acomodan formando un
mismo clima. Donde los tactos se entrelazan hablando de pasados por descubrir. Donde
los olores, ya propios y mezclados, se reconocen como uno. Descubrí su mirada,
recorriendo mi cuerpo, cuando dejamos aquella humareda de luces y vibraciones,
cuando los cuerpos danzantes quedaron atrás y la línea discontinua se difuminó
mostrando un camino limpio por recorrer.
- Cuando Manuel me mira veo en sus ojos, recorriendo mi cuerpo, la visión de
un contacto incontenible, donde las temperaturas chocan fundiéndose en una
ebullición incontrolada. Donde los tactos se hunden recorriéndose como si
fuesen a escapar. Donde los olores, ya intuidos, son devorados por el cuerpo. Descubrí
su mirada, recorriendo mi cuerpo, cuando dejamos aquella humareda de luces y
vibraciones, cuando los cuerpos danzantes quedaron atrás y la línea discontinua
se difuminó mostrando un camino limpio por recorrer.
- Cuando Juan me mira veo en sus ojos, tumbados ya en la cama, el dejarse
mecer en un tiempo parado y a disposición de la vida. Veo sus ojos seguir el
tacto de sus manos recorriendo, como un simple roce si cabe, la tierra deseada.
Veo sus ojos cerrados inhalando y susurrando una unión atemporal y cálida. Veo
sus ojos que me miran mientras me besa y me degusta en un recorrido casi
infinito. Descubrí su mirada, tumbados ya en la cama, mientras oía el segundero
del viejo reloj que marcaba un tiempo para nosotros parado.
- Cuando Manuel me mira veo en sus ojos, tumbados ya en la cama, el asalto
imparable en la conquista de lo que consideró ganado. Veo sus ojos seguir el
tacto de sus manos ávidas recorriendo con ansia e ímpetu las tierras
conquistadas. Veo sus ojos cerrados absorbiendo y deglutiendo entre gruñidos
amortiguados, una unión violenta y tórrida. Veo sus ojos que me miran mientras
me devora a besos engulléndome en un recorrido casi infinito. Descubrí su
mirada, tumbados ya en la cama, mientras oía el segundero del viejo reloj que
marcaba un tiempo para nosotros parado.
Sin saber bien la razón, crucé con la mirada la densa niebla de humo del
tabaco. Esquivando los destellos de las luces, sostenía con la mente los pálpitos
del corazón azuzados por las vibraciones de la música. Entre el ir y venir de
los danzantes, buscaba de forma intuitiva su presencia. Vi en su mirada la
certeza de un compromiso. Pasó un danzante. Vi en su mirada el deseo
apasionado. Pasó un danzante y le perdí de vista. Noté su mano cogiendo la mía.
Un intenso calor se fundió con el mío. Pasó un danzante. Su mano cálida casi
quemaba la mía. La tomó con fuerza, con decisión, sin miramientos. Pasó el último
danzante que dejamos atrás, con los otros, junto a la niebla de tabaco, los
destellos de luz y las vibraciones de la música. Mientras, notaba su mirada
recorriendo mi cuerpo. Sentía la dulzura del sosiego y la ebriedad de una pasión
desbocada. Tumbados ya en la cama veo en sus ojos un respeto dulce que contiene
al impulso lascivo de su deseo. Luego sus ojos siguen el tacto de sus manos que
recorren acariciando mi cuerpo y que, poco a poco, aumenta de presión hundiendo
sus carnes en las mías. Vuelve una calma tenue y cierra los ojos. Su nariz
pegada a mi piel inhala cada poro de esta. Recorre mis muslos y mis ingles como
si de azahar se tratase. Sigue ahora por el vientre hundiendo su nariz y
aumentando su velocidad. El esternón, los pechos y el cuello. Justo ahí, detrás
de la oreja, se detuvo, y con los ojos abiertos, mirando a los míos, me besa
con dulzura deshaciendo el camino. Besos etéreos en el cuello, inquietos en los
pechos, con ansia en el vientre, voraz en el sexo. Descubrí su mirada, tumbados
ya en la cama, mientras oía el segundero del viejo reloj que marcaba un tiempo
para nosotros parado.
Así conocí a Juan Manuel, entre humos, luces, vibraciones y gente. Me cautivó
esa forma suya de mirar. Tan pronto dulce y serena como tórrida y violenta. Y
fue su profesión de relojero y su promesa de poder parar el tiempo, lo que me
hizo abrirle la puerta de mi casa. Y tras ella yo y mi cuerpo.
Bárbaro. Sugerente, evocador.
ResponderEliminarCerrar los ojos dejando entrar en la casa, como se deja entrar en el cuerpo.
Tus sentidos en marcha, abiertos, parando los relojes, parando el espacio y las paredes en su órbita gravitatoria de un planeta que ya no existe.
La mirada, esos ojos, que acaban revelando alma.
Un abrazo fuerte, te miro, y en el abrazo cerrado se detienen los segundos en unos juegos malabares de letras, de fonemas, de luz que me llega a través de tus palabras.
Albada, debes perdonar mi retraso en la respuesta. Tu siempre puntual visita me anima a seguir. Ahora solo me falta el tiempo :)
EliminarUn besote entre humos, luces, miradas y sentidos.
Gracias
Genial! una historia fantástica y fascinante, con ganas de llegar al final para descubrir que besos son los detienen el tiempo y aceleran el ritmo cardíaco, con mas deseo. Pero la pirueta final es estupenda.
ResponderEliminarUn abrazo
Todos somos un poco Juan Manuel, con nuestro lado racional y el animal (mejor dicho instintivo). Muchas gracias por tu lectura y comentario Alfred. Otro abrazo para ti
Eliminar¡Grande Cormorán! Creo que deberías empezar a plantearte el publicar algo impreso, si es que no lo has hecho ya. Tienes calidad, clase y un estilo propio, y tus historias cuentan historias universales muy bien contadas.
ResponderEliminarCreo que deberías empezar a plantearte...
Salú amigo
Mi buen amigo Inopio. Te agradezco tus ánimos, de hecho, algo he empezado a escribir con ese propósito pero a largo plazo, no por falta de ganas e idéas, si no por falta de tiempo. Empecé hace un par de semanas o tres y llevo un par de cuartillas de una libreta de un curso de UGT. Escrito en la clandestinidad de la noche. A mano. Luego me costará otro tanto pasarlo al ordenador, pero en el fondo soy un poco "romanticón", toda una desgracia.
EliminarGracias por tu paso, un abrazo siempre sentido