Cansada y aburrida del trato que recibía en casa, decidió irse. No necesitaba seguir aguantando a sus padres. Nada más cerrarse la puerta sintió la inmensidad de la soledad, lo indefensa y asustada que se encontraba. Fue el minuto más largo de su vida el que tardó en llamar a la puerta pidiendo perdón.
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