Superviviente de un naufragio, salió adelante impulsado por su instinto animal como recolector y depredador básico, algo casi olvidado por su genética. Fue de nuevo su instinto quien le empujó a descubrir los mundos ocultos tras la montaña.
Una infinita extensión de cemento, hierro y plástico surgía como desierto estéril frente a sus ojos. Huella de alguna alimaña del pasado ya extinguida.
Da un poco de vértigo, Cormorán, el solo pensarlo te produce incertidumbre a cómo estamos viviendo la humanidad estos tiempos. Has narrado perfectamente, apoyado en una estupenda foto, como se resetea una humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis.
Pues parece que vamos encaminados a ello. O cambiamos de mentalidad y pensamos en más alla de nuestra vida, o realmente destruiremos el planeta y a nosotros mismos. Solo guardo la esperanza que , a pesar de ello, el planeta sepa sobrevivir.
ResponderEliminarVértigo y curiosidad.
ResponderEliminarGracias por tu visita Albada. Tengo pendiente la visita a tu blog ;)
ResponderEliminarUff, esa alimaña tan tan presente... Muy sugerentes el texto y la foto, Luis. Estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sara Lew
Demasiado presentes Sara, debiéramos ser más náufragos
ResponderEliminarCon el texto me llega un olor de necesidad de renovación en todos los ámbitos (personal y social).
ResponderEliminarUn abrazote, Cormorán
Hola Luis. Creo que nos obligaran a renovar en la forma de vivir (más bien sobrevivir) y con ello tendremos que adaptarnos a una nueva forma de relación personal y social. Muchos caeran/caeremos en el intento.
ResponderEliminarUn saludo