Cuando la soledad nos acecha, a veces nos cobijamos en un objeto, siempre cotidiano, que nos hace permanecer en este lado del mundo, el propio, el interior, el nuestro. Si lo perdemos y dejamos de tenerlo entre nuestras manos, con nosotros, es cuando nos planteamos el mero hecho de ser, buscando el sentido a todo aquello que antes de la pérdida tuvimos. Son todo vagos recuerdos de una vida, la nuestra, que poco nos importa. Ese objeto perdido y tan vulgar como íntimo, no es más que nuestra propia esencia, nuestro pensamiento.
A veces son importantes los objetos para asirnos a la realidad a través del recuerdo que mana de ellos.
ResponderEliminarEspectacular fotografía con esa luz en movimiento. Y ese enigmático rostro que hay detrás...
Muy buenas tus entradas, Luis.
Besos.
Muchas gracias por tus ánimos y visitas Sara. Recuerdos que son tablas de salvación en un mar humano que a veces trata de ahogarte.
ResponderEliminarEl enigmático rostro es el mio. Es un autorretrato. ¿Tan viejo estoy que no me reconoces? :b.
¡Qué buena foto, Cormorán! Un simple objeto... cualquiera de ellos que nos haya creado vínculo, es capaz de arrancarnos un pensamiento tan íntimo como el que nos regalas en estas palabras.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Daniel. La foto tiene muchos fallos, pero para ser autorretrato y de aficionado, no me quejo. Lo más curioso es la dependencia que tenemos de objetos o recuerdos para ratificar lo más íntimo y profundo de nosotros para con nosotros.
ResponderEliminarGracias por tu visita, un abrazo
Nuestro 'ser' se muestra con nuestro pensamiento, nuestra capacidad en ese terreno. En la medida que no lo utilizamos o lo desarrollamos, nos acercamos más a un 'objeto' carente de sensibilidad. Por lo tanto, no estoy de acuerdo en que busques un paralelismo entre pensamiento y objeto, precisamente tú, a no ser que, dejado arrastrar por el pesimismo y los nervios, uno deje circunstancialmente de pensar y se ponga a jugar nerviosamente con cualquier cosa entre las manos.
ResponderEliminarUn gran abrazo